ESQUEMA ANALITICO PARA LA INTERPRETACION DE LA IDEA DE RELIGION
1) PLANTEAMIENTO DE LOS ESQUEMAS.-
Voy a establecer un esquema dialectico sobre el cual hacer reposar las contradicciones latentes entre cosmovisiones materialistas y espiritualistas respecto a la idea de religión. De modo que pueda iniciarse un análisis de la misma que podría proseguir todavía más, si es que tan sólo supiéramos rebasar estas restricciones ideológicas que nos impiden su estudio no místico, sino filosófico, histórico, político, etc. A saber, querer reducir la religión a prejuicios denigrantes tales como: "perniciosa, dañina, etc." De modo que, para evitar que se nos malinterprete, nosotros no defendemos una religión de otra como lo haría el creyente, que de algún modo le otorga una sustancia ultraterrena y mágica a su idea de deidad, o espíritu. Nosotros defendemos una religión frente a otra según su potencia institucional, esto es: según la efectividad y longevidad de sus instituciones a lo largo de la historia. Por lo cual, resultaría ineludible no atribuir importancia a religiones tan arraigadas en nuestra sociedad como vendrían a ser el cristianismo o el islam.
Voy a establecer un esquema dialectico sobre el cual hacer reposar las contradicciones latentes entre cosmovisiones materialistas y espiritualistas respecto a la idea de religión. De modo que pueda iniciarse un análisis de la misma que podría proseguir todavía más, si es que tan sólo supiéramos rebasar estas restricciones ideológicas que nos impiden su estudio no místico, sino filosófico, histórico, político, etc. A saber, querer reducir la religión a prejuicios denigrantes tales como: "perniciosa, dañina, etc." De modo que, para evitar que se nos malinterprete, nosotros no defendemos una religión de otra como lo haría el creyente, que de algún modo le otorga una sustancia ultraterrena y mágica a su idea de deidad, o espíritu. Nosotros defendemos una religión frente a otra según su potencia institucional, esto es: según la efectividad y longevidad de sus instituciones a lo largo de la historia. Por lo cual, resultaría ineludible no atribuir importancia a religiones tan arraigadas en nuestra sociedad como vendrían a ser el cristianismo o el islam.
Pero dado que, la comparación de dichas religiones respecto a criterios terciarios que nos permitan optar por la mejor “respecto a algo”, implicaría un estudio detallado y minucioso de ambas religiones, nosotros, por ahora, únicamente formalizaremos en simples expresiones lógicas, descripciones filosoficas respecto a los sentidos en que pueden entenderse algunos fenomenos propiamente religiosos.
Para empezar: basados en una simple posición empirista, nosotros negamos la realidad puramente sustancial o material de una realidad ideológica, artificial y ultraterrena, esto es, la escatologia cristiana o musulmana, por ejemplo. Aunque sí podamos situar dichas realidades místicas más bien en un campo ideológico, formal e inteligible. No sustancial ni material (aunque puedan darse casos de coherencias históricas entre libros y hechos). Es aquí donde nos distanciamos del creyente y nos posicionamos en un ateísmo riguroso. Pues nosotros decimos que la materia no depende del hombre ni de deidad alguna para existir; pero que las deidades sí dependen del hombre y la materia para existir. Vamos a formular lo siguiente empleando el símbolo “⊂”.
Siendo:
Materia: M
Hombre: H
Deidad: D.
Entonces:
(D ⊂ H ⊂ M)
(M ⊂ H ⊂ D)
(D ⊂ H ⊂ M) ∨ (M ⊂ H ⊂ D)
He aquí formalizado nuestro esquema materialista, a saber: "tanto la deidad como el hombre están contenidos en la materia". Pero en términos más claros, diremos que tanto la idea de deidad como la idea de hombre están determinados por la idea de materia, que sería el determinante máximo de ambas. Obviamente, si afirmamos este esquema, negariamos el contrario, que vendría a ser el siguiente:
Esquema correspondiente más bien a una cosmovisión espiritualista de la materia, a saber, que "tanto la materia como el hombre están contenidos en la deidad", o en términos más claros, que tanto la materia como el hombre están determinados por alguna deidad especifica; tesis que, por otra parte, sería ampliamente aceptada por todo tipo de espiritualistas.
Para entender mejor la estructura inteligible que nos proponemos ofrecer, veamos ambas cosmovisiones reunidas en una sola expresión general, que sería la siguiente:
Ahora bien, un esquema es opuesto al otro gracias a la disyunción que empleamos para separarlos. Por lo cual, deberemos optar por una u otra expresión para afirmar o negar lo que digamos en cada caso. Empecemos por la segunda expresión. Si la materia estuviese contenida en el hombre, entonces el hombre podría modificar la materia a su conveniencia, lo que puede ser cierto en diversos casos, el problema con este esquema empieza cuando afirmamos que tanto la materia como el hombre están contenidos en la deidad. Entonces, el misticismo del esquema no puede ser más evidente. Dado que, si el hombre está afectado por la deidad al estar contenido en ella, entonces el hombre afectaría la materia manipulada por él según esa deidad lo haya afectado primeramente a él. Siendo así, declaramos este esquema “espiritualista”. Ya que pone a los espíritus, ósea, las deidades, como continentes máximos de la materia y el hombre, cosa inaceptable para un materialista, que, respecto a su cosmovisión filosófica, elegiría el primer esquema antes que el segundo por las implicaciones lógicas y rigurosas que plantea.
Por ahora, vamos a demostrar que en ciertos casos puede aplicarse un esquema, y en otros, el esquema contrario. Lo haremos con el fin de probar que un esquema y otro no es absolutamente verdadero en general, sino que, según cada caso, un esquema será cierto y otro no.
2) APLICACIONES DE CADA ESQUEMA.-
El esquema materialista nos serviría para explicar el origen de las religiones. Mientras que el esquema espiritualista nos serviría para explicar el origen de las conductas religiosas. Así pues, cada esquema puede explicar cada caso concreto en que se le aplique, siempre y cuando, dicho caso sea coherente con dicho esquema. Por ejemplo, sería incorrecto explicar el origen de las religiones según el esquema espiritualista, ya que entonces, el origen de la religión estaría en una deidad salida de la nada que impulsa al hombre a creer en ella y actuar según sus mandatos. Pero esta deidad no es física, es espiritual. De modo que se afirmaría que hay espíritus abstractos rondando por la realidad física que, de pronto, capturan al hombre y lo impulsan a creer en él y actuar según sus órdenes. Pero un materialista no puede cosificar los espíritus porque ellos mismos son antes bien ideas y artificios, que realidades físicas y sustanciales. Es decir, un espíritu es supuestamente un ser vivo incorpóreo, algo así como la psique del sujeto hecha sustancia no corpórea, cosa totalmente absurda. Ya que no hay vida sin cuerpo, por lo cual, sin cuerpo, no hay vida ulterior, y sin vida ulterior después de la muerte, la idea de espíritu queda totalmente neutralizada.
Pero si analizamos un ritual, entonces no podemos decir que sea la materia la que determina ese acontecimiento a través del hombre, ya que entonces confundiríamos materia con espíritu, dado que, si afirmamos que el hombre realiza un ritual por la materia, entonces afirmaríamos que el espíritu al que se dedica el ritual, es la materia como tal. Pero materia y espíritu no son lo mismo aunque puedan a veces referir a un mismo ente, como la paloma es distinta del Espiritu Santo aunque ambas refieran a lo mismo. Ya que el espíritu es siempre un ser vivo incorpóreo, una especie de ente abstracto detrás de lo aparente, mientras que la materia puede ser incorpórea o corpórea, pero no necesariamente siempre viva. De aquí que el ritual sea realizado siempre en función de una deidad a la que se le rinde culto, y esta deidad es el espíritu por el cual se sacrifica algo. La materia, más bien, sería transformada o alterada en función de lo que el Hombre quiera hacer para la deidad. Por ejemplo, un animal sacrificado es aquí la materia transformada en función de lo que se ofrece a la deidad para obtener protección o abundancia, etc. Así pues, podemos analizar el origen de las religiones según el esquema materialista, aunque podamos analizar el origen de la conducta religiosa, más bien en el esquema espiritualista.
Afirmamos también que haría faltar demostrar científicamente la existencia de una sustancia espiritual, ósea, un ser vivo incorpóreo, o alguna especie de mago abstracto detrás de la materia aparente, para que entonces podamos afirmar la sustancialidad de las religiones, propiedad que, nosotros los materialistas, le negamos rotundamente. Es decir: las deidades no existen como cuerpos físicos o sustancias independientes del hombre, existen como ideas y artificios subordinados al hombre. Luego, seria obvio clasificar a las deidades en una rúbrica separada de la de los entes físicos. Ya que, si no hay equivalencia entre las propiedades de ambas, sería absurdo colocarlas en la misma rubrica. Así pues, decimos que el campo sobre el cual recaen las deidades no es el mismo campo sobre el cual recaen los entes físicos, aunque las correlaciones mutuas entre ambas sean ineludibles.
Volvamos al esquema materialista y resolvamos la cuestión con esta herramienta. Decir que las deidades provienen del hombre parecería suficiente, y, sin embargo, esto nos deriva a otro problema que es el siguiente, ¿no son los contenidos mentales y afectivos del hombre, procedentes de la materialidad externa que le rodea? Luego, estas deidades tendrían parte de su origen en el hombre y parte de su origen en la realidad física. Por ejemplo, el azufre del infierno existe en la realidad física, pero el hecho de incorporarlo a una realidad ultraterrena y artificial (el infierno), implica que dicho ente ha sido manipulado previamente por un hombre. Y este hombre ha manipulado este ente recogiendo sus propiedades inherentes, pero situándolas en un contexto totalmente distinto de aquel del que parte. Ya que el azufre quema tanto en la realidad física como en el infierno, esto es, en un contexto ideal. De aquí que, en el esquema materialista, la materia sea el continente máximo del hombre y las deidades.
3.- CONCLUSIONES.-
3.- CONCLUSIONES.-
Así pues, afirmamos que toda religión tiene parte de realidad física y parte de realidad artificial. Pero que no es exclusivamente una u otra.
Por ende, cabria dividir una religión u otra según aquello a lo que rindan culto sea una cosa u otra. Por ejemplo, dividir las religiones zoomórficas de las antropomórficas. Y así también, dividir ambas de aquellas cuyas deidades son mitad animales mitad humanos, en cuyos casos no seria ni una deidad antropomórfica porque no es totalmente humana, ni tampoco zoomórfica porque no es totalmente animal. Como Quetzalqoalt. Hecho esto: cabria dividir dentro de las religiones antropomórficas, las religiones presentes en nuestra actualidad. Esto es, dividir dentro de estas religiones, la griega, la musulmana y la cristiana, por ejemplo.
Ahora bien, si afirmamos que las deidades no existen independientemente de los hombres, entonces sí existen cuando dependen de un hombre que las realice, de algún modo u otro. Como el católico o protestante que sigue los mandatos de su autoridad eclesiástica o religiosa local, y solamente en la medida en que los realice, es que la deidad estará efectuándose en sus actos. Esto es: si no hay acto religioso por parte del creyente, como ser piadoso con el enemigo o no asesinar, entonces la deidad tampoco existe porque sin acto religioso la deidad no puede existir independientemente. De aquí que solo a través del hombre y sus actos, la deidad pueda actuar sobre la materia, tal como lo plantea el esquema espiritualista que diseñamos. Esto es, sin acto religioso, no hay deidad que actué sobre la materia ni la materia se transforma por ninguna deidad.
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