SOBRE EL CONFLICTO ENTRE PERSPECTIVAS RESPECTO AL SER ENTRE DEMÓCRITO Y PARMÉNIDES (Presocráticos)
Alguna vez, recuerdo haber debatido con un amigo mío, Joe Morales, en una discusión muy fuerte, sobre cuestiones respecto al Ser que derivó en una exposición de Parménides que ahora yo me propongo describir, explicar y criticar a su debido momento con la mayor claridad posible. Además, me propongo distinguir y contraponer el Ser de Demócrito y los atomistas frente al Ser de Parménides.
Parménides, plantea que el <<Ser>> es lo que es, y así, todo lo real es el ser porque existe más allá de los cambios temporales en la materia y las aparentes alteraciones de ésta. El Ser de Parménides resulta, por ello, inmutable. Es un Ser eterno que no cambia y se mantiene quieto; un ser único porque fuera del ser no hay nada, hay no-ser, y el no-ser no existe, por lo cual, fuera del ser no existe nada. Hay vacío; pero el vacío no existe para Parménides porque está fuera del ser, y lo que está fuera del ser no existe, porque el Ser de Parménides se identifica con la totalidad de las cosas reales. El Ser de Parménides no apunta hacia una parte de la realidad, es <<toda>> ella. Cabe aclarar que si consideramos al Ser de Parménides como originariamente abstracto, esto resulta del hecho de que el Ser de Parménides no es un ser específico y particular: el Ser son todos los seres dentro de éste único Ser.
Nosotros reafirmamos que el ser es todo aquello que es, pero no podemos afirmar que dicho ser sea único, eterno e inmutable (contradicción con Heráclito), dado que en cualquier caso, sería necesario dividir al ser en dos partes, como lo hizo Aristóteles (según Guthrie) al plantear la división del ser entre ser actual y potencial. Ojo que no son dos seres distintos de los cuales hablamos: son dos etapas independientes del mismo Ser pero referenciado en contextos que presentan al ser posterior como opuesto al ser de su etapa anterior. Por ejemplo, el embrión identificado con el ser potencial y el bebé con el ser actual, evidencian que tanto el embrión como el bebé son un mismo ser (el cigoto en cuestión), pero transformado según ulteriores transformaciones que, biológicamente, desembocaran ineludiblemente en el ser humano, el bebé; pero que ofrecen diferencias abismales entre el ser potencial y actual en cuestión. Lo mismo con la semilla y la planta: que son dos etapas de un mismo ser distinguidas según los cambios referenciados en cada contexto; luego, el seguir siendo el mismo ser pero transformado, implica que cada una de sus etapas corresponde a seres opuestos entre sí. Así pues, un mismo ser puede estar dotado de la capacidad para alcanzar etapas posteriores en las cuales no deje ni rastro del anterior ser que fue, y sin embargo, son el mismo. Sucede, pues, que tanto la planta como el bebé, disponen de una serie de atributos extra de los cuales carecen tanto el embrión como la semilla. Así pues, a pesar de que el bebé provenga del embrión como la planta proviene de la semilla, ni el embrión ni la semilla poseen caracteres que permitan igualar a las etapas del ser implicado en la cuestión.
Únicamente podría hablarse de una “igualación” de ambos seres a través de un tercero, un referencial. Aunque talvez no estemos hablando de una igualdad, específicamente. Siendo A=embrión, B=bebé, tenemos que A≠B; pero si introducimos un tercer complemento a la cuestión, por ejemplo, C=ser vivo, resulta que A=C y B=C, por lo cual, A=B, solamente con el término C como intermediario referencial, ojo con esto. Porque si este intermediario cambia, y pongamos C=ser humano o persona, la cuestión se complica por los criterios necesarios para considerar al embrión como un ser humano, o persona. Con esto, decimos que para igualar al ser potencial y actual y unificarlo en un mismo ser, hace falta un referencial a través del cual pueda conseguirse tal igualación. Así pues, la igualdad no es ningún atributo a-priori de los seres; se consigue a-posteriori, una vez que el referente introducido es comprobable y la igualación entre dos seres puede afirmarse. Pero de aquí surge una evidencia que debe considerarse para la elaboración de una idea de igualdad rigurosa. A y B podrán ser iguales simbólicamente, pero realmente, como comprobamos al intentar igualar A y B con diversos referentes “C”, resulta que A y B son iguales en ciertos aspectos y no en otros. Si esto es así, hablamos de una igualdad parcial, entre dos entidades realmente diferentes, o para decirlo más precisamente, hablamos de semejanza, no igualdad en sí.
Ultimadamente, negamos que el ser sea único dada la existencia de seres contrapuestos entre sí que no pueden igualarse punto a punto: dos seres semejantes tienen algunos puntos en común, no todos. Además, un único ser implicaría necesariamente inmutabilidad en el ser, lo que es imposible con las premisas que hemos ido exhibiendo (ser potencial y actual de Aristóteles). Tampoco el ser sería eterno, ya que en tal caso, la inmutabilidad y por ende, el quietismo, serían atributos ineludibles de la realidad; pero dado que la propia esencia del movimiento natural radica en la destrucción y cataclismo del Ser, pensar en un ser como el cosmos o la naturaleza como una entidad quieta y siempre igual eternamente, implica desconocer o ignorar las evidentes alteraciones incesantes en el mapa cosmológico y geográfico.
Concluyendo con Parménides, diré que su axioma: ser es lo que es, podrá ser correcto pero todavía aparece incompleto frente a problemas ontológicos que posteriormente irán complejizándose todavía más. Por ahora, mencionar que Demócrito y los atomistas, fueron pioneros en dividir al ser en dos: ser y no-ser, cuerpos y vacíos.
He aquí el punto contradictorio del Ser atomista y del Ser de Parménides: mientras que Demócrito identificaba al ser tanto con los cuerpos como con el vacío yaciente en los espacios intermedios entre tales; Parménides entendía al ser como la totalidad real, una entidad abstracta que conjugaba toda la realidad existente dentro de sí. Así pues, Parménides principiaba su idea de ser desde un referente totalmente opuesto al ser desde el cual principió su referencia Demócrito. El ser de Demócrito es un ser físico, mientras que el ser de Parménides es abstracto.
CONCLUSIONES CRITICAS:
Lo que es, tiene ser, y <<es>>: lo físico (que no considero adecuado llamar empirico), lo sensitivo y lo abstracto. Siendo la primera esfera independiente de las otras dos, pues existen fenómenos físicos que son independientes de las sensaciones, o que no derivan en la constitución de estructuras abstractas, por ejemplo, la geometría como invención griega. La segunda esfera depende de la primera para existir pero es independiente de la tercera en tanto que las sensaciones no derivan tampoco en la adquisición de estructuras abstractas. La tercera es de un carácter sintético y muy especial, dado que también depende de los cuerpos para existir, aunque resulte a su vez de un artificio técnico y cognitivo por parte del ente sensitivo (ser humano), pero que alcanza un carácter supraindividual por el cual llega a determinarse como una idea u objeto abstracto. Por ejemplo, los términos, relaciones y operaciones geométricas como invención griega, heredada de técnicas egipcias previas. Cada clasificación del Ser está encerrada en una esfera independiente, pero que van dependiendo de las otras esferas según vayan adquiriendo atributos carentes en el ser anterior, rebasándole pero sin despojarse de su dependencia. De modo que la esfera sensitiva posee atributos que la esfera física no posee, y así también, la esfera abstracta, dispone de atributos que no poseen ni la esfera sensitiva o física.
Ahora bien, voy a explicar el Ser desde el cual parten Parménides y Demócrito adecuándome a un esquema de lo más sencillo.
Por un lado, Parménides empieza el análisis del Ser partiendo desde una etapa abstracta del Ser que se pliega sobre la totalidad real, no habla sobre cuerpos solamente, el ser de Parménides es todo lo que es, y fuera del ser no hay nada, por eso, el no-ser no existe, todo es siempre el mismo ser inmutable. De modo que lo fisico y los cambios visibles son sólo apariencias detrás de las cuales el Ser único e inmutable permanece eternamente. He aquí el esquema de Parménides respecto a su perspectiva del Ser.
Parménides, plantea que el <<Ser>> es lo que es, y así, todo lo real es el ser porque existe más allá de los cambios temporales en la materia y las aparentes alteraciones de ésta. El Ser de Parménides resulta, por ello, inmutable. Es un Ser eterno que no cambia y se mantiene quieto; un ser único porque fuera del ser no hay nada, hay no-ser, y el no-ser no existe, por lo cual, fuera del ser no existe nada. Hay vacío; pero el vacío no existe para Parménides porque está fuera del ser, y lo que está fuera del ser no existe, porque el Ser de Parménides se identifica con la totalidad de las cosas reales. El Ser de Parménides no apunta hacia una parte de la realidad, es <<toda>> ella. Cabe aclarar que si consideramos al Ser de Parménides como originariamente abstracto, esto resulta del hecho de que el Ser de Parménides no es un ser específico y particular: el Ser son todos los seres dentro de éste único Ser.
Nosotros reafirmamos que el ser es todo aquello que es, pero no podemos afirmar que dicho ser sea único, eterno e inmutable (contradicción con Heráclito), dado que en cualquier caso, sería necesario dividir al ser en dos partes, como lo hizo Aristóteles (según Guthrie) al plantear la división del ser entre ser actual y potencial. Ojo que no son dos seres distintos de los cuales hablamos: son dos etapas independientes del mismo Ser pero referenciado en contextos que presentan al ser posterior como opuesto al ser de su etapa anterior. Por ejemplo, el embrión identificado con el ser potencial y el bebé con el ser actual, evidencian que tanto el embrión como el bebé son un mismo ser (el cigoto en cuestión), pero transformado según ulteriores transformaciones que, biológicamente, desembocaran ineludiblemente en el ser humano, el bebé; pero que ofrecen diferencias abismales entre el ser potencial y actual en cuestión. Lo mismo con la semilla y la planta: que son dos etapas de un mismo ser distinguidas según los cambios referenciados en cada contexto; luego, el seguir siendo el mismo ser pero transformado, implica que cada una de sus etapas corresponde a seres opuestos entre sí. Así pues, un mismo ser puede estar dotado de la capacidad para alcanzar etapas posteriores en las cuales no deje ni rastro del anterior ser que fue, y sin embargo, son el mismo. Sucede, pues, que tanto la planta como el bebé, disponen de una serie de atributos extra de los cuales carecen tanto el embrión como la semilla. Así pues, a pesar de que el bebé provenga del embrión como la planta proviene de la semilla, ni el embrión ni la semilla poseen caracteres que permitan igualar a las etapas del ser implicado en la cuestión.
Únicamente podría hablarse de una “igualación” de ambos seres a través de un tercero, un referencial. Aunque talvez no estemos hablando de una igualdad, específicamente. Siendo A=embrión, B=bebé, tenemos que A≠B; pero si introducimos un tercer complemento a la cuestión, por ejemplo, C=ser vivo, resulta que A=C y B=C, por lo cual, A=B, solamente con el término C como intermediario referencial, ojo con esto. Porque si este intermediario cambia, y pongamos C=ser humano o persona, la cuestión se complica por los criterios necesarios para considerar al embrión como un ser humano, o persona. Con esto, decimos que para igualar al ser potencial y actual y unificarlo en un mismo ser, hace falta un referencial a través del cual pueda conseguirse tal igualación. Así pues, la igualdad no es ningún atributo a-priori de los seres; se consigue a-posteriori, una vez que el referente introducido es comprobable y la igualación entre dos seres puede afirmarse. Pero de aquí surge una evidencia que debe considerarse para la elaboración de una idea de igualdad rigurosa. A y B podrán ser iguales simbólicamente, pero realmente, como comprobamos al intentar igualar A y B con diversos referentes “C”, resulta que A y B son iguales en ciertos aspectos y no en otros. Si esto es así, hablamos de una igualdad parcial, entre dos entidades realmente diferentes, o para decirlo más precisamente, hablamos de semejanza, no igualdad en sí.
Ultimadamente, negamos que el ser sea único dada la existencia de seres contrapuestos entre sí que no pueden igualarse punto a punto: dos seres semejantes tienen algunos puntos en común, no todos. Además, un único ser implicaría necesariamente inmutabilidad en el ser, lo que es imposible con las premisas que hemos ido exhibiendo (ser potencial y actual de Aristóteles). Tampoco el ser sería eterno, ya que en tal caso, la inmutabilidad y por ende, el quietismo, serían atributos ineludibles de la realidad; pero dado que la propia esencia del movimiento natural radica en la destrucción y cataclismo del Ser, pensar en un ser como el cosmos o la naturaleza como una entidad quieta y siempre igual eternamente, implica desconocer o ignorar las evidentes alteraciones incesantes en el mapa cosmológico y geográfico.
Concluyendo con Parménides, diré que su axioma: ser es lo que es, podrá ser correcto pero todavía aparece incompleto frente a problemas ontológicos que posteriormente irán complejizándose todavía más. Por ahora, mencionar que Demócrito y los atomistas, fueron pioneros en dividir al ser en dos: ser y no-ser, cuerpos y vacíos.
He aquí el punto contradictorio del Ser atomista y del Ser de Parménides: mientras que Demócrito identificaba al ser tanto con los cuerpos como con el vacío yaciente en los espacios intermedios entre tales; Parménides entendía al ser como la totalidad real, una entidad abstracta que conjugaba toda la realidad existente dentro de sí. Así pues, Parménides principiaba su idea de ser desde un referente totalmente opuesto al ser desde el cual principió su referencia Demócrito. El ser de Demócrito es un ser físico, mientras que el ser de Parménides es abstracto.
CONCLUSIONES CRITICAS:
Lo que es, tiene ser, y <<es>>: lo físico (que no considero adecuado llamar empirico), lo sensitivo y lo abstracto. Siendo la primera esfera independiente de las otras dos, pues existen fenómenos físicos que son independientes de las sensaciones, o que no derivan en la constitución de estructuras abstractas, por ejemplo, la geometría como invención griega. La segunda esfera depende de la primera para existir pero es independiente de la tercera en tanto que las sensaciones no derivan tampoco en la adquisición de estructuras abstractas. La tercera es de un carácter sintético y muy especial, dado que también depende de los cuerpos para existir, aunque resulte a su vez de un artificio técnico y cognitivo por parte del ente sensitivo (ser humano), pero que alcanza un carácter supraindividual por el cual llega a determinarse como una idea u objeto abstracto. Por ejemplo, los términos, relaciones y operaciones geométricas como invención griega, heredada de técnicas egipcias previas. Cada clasificación del Ser está encerrada en una esfera independiente, pero que van dependiendo de las otras esferas según vayan adquiriendo atributos carentes en el ser anterior, rebasándole pero sin despojarse de su dependencia. De modo que la esfera sensitiva posee atributos que la esfera física no posee, y así también, la esfera abstracta, dispone de atributos que no poseen ni la esfera sensitiva o física.
Ahora bien, voy a explicar el Ser desde el cual parten Parménides y Demócrito adecuándome a un esquema de lo más sencillo.
Por un lado, Parménides empieza el análisis del Ser partiendo desde una etapa abstracta del Ser que se pliega sobre la totalidad real, no habla sobre cuerpos solamente, el ser de Parménides es todo lo que es, y fuera del ser no hay nada, por eso, el no-ser no existe, todo es siempre el mismo ser inmutable. De modo que lo fisico y los cambios visibles son sólo apariencias detrás de las cuales el Ser único e inmutable permanece eternamente. He aquí el esquema de Parménides respecto a su perspectiva del Ser.
Por otro lado, el esquema de Demócrito debiera ser totalmente opuesto al de Parménides, y resulta que así es, porque dado que el ser atomista se mantiene en la esfera de los cuerpos y vacíos, resulta que este Ser se encuentra referenciado no ya en una idea abstracta del Ser, cuanto más en una identificación de éste con los cuerpos y el vacío; vacío que, por cierto, no está del todo ausente de Ser, ya que toda la realidad está compuesta de diminutos átomos indivisibles e intangibles, pero sólidos, algo así como lo que ahora los científicos modernos llaman “partículas subatómicas”. Identificamos al átomo con el Ser abstracto en el cual concluye el Ser físico de los atomistas (cuerpos y vacíos). Prueba de ello es la lluvia atómica previa al clinamen que Epicuro imaginó, basándose en el átomo de Demócrito.
Nota.- el trato de Parménides y los atomistas respecto a la esfera sensitiva no la voy a tratar por ignorante. No obstante, puedo suponer que semejante fenómeno ha de ser estudiado en los conflictos entre estoicos y epicúreos. Recordemos que Epicuro fue considerado partidario de Demócrito y la cosmovisión atomista. Así como los estoicos y su logos, podría corresponderse con la cosmovisión propia del ser de Parménides. Pero aquí acaba el ensayo.
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